Templado
y borracho
sonrío
temblando
al borde del barranco.
Allí
estás tú.
Te
siento, te observo.
Apuras
el paso,
¡No me
miras!
…
Lloro.
Me
quemo.
Aquellos que refrenan su deseo lo hacen porque éste es lo bastante débil para ser refrenado.