Gracias por aquella tarde de besos
que hicieron comprender
que eres demasiada inmaculada
-o eso pienso yo-
para este pendejo.
Quiero mujeres terrenales,
sin complejos,
que dejen fluir
sus líquidos corporales
y le digan pico al espejo,
que no tengan miedo
a andar en pellejo,
que muevan la cola con alegría
(como si imaginara que de verdad se venden
marcianos en las tabaquerías).
Las quiero con actitud ganadora
y desafiante,
diciéndole pico
a la cocina, la prensa burguesa,
la lavadora,
y a los machistas piantes...
pero por favor
-te lo pido de rodillas-,
no pierdas nunca jamás
tu mirada y esa coquetería
que tanto enaltece
los líquidos de la especie.
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